15 g de
boletus deshidratados
Una patata
grande o dos medianas
Medio vaso
de vino blanco
Medio vaso
de caldo de verduras
Cuatro
huevos
Aceite de
oliva
Sal
Poner los
boletus a hidratar en el caldo durante unos 15 minutos.
Mientras
tanto, pelar la patata y cortarla en lonchitas finas.
En una
sartén poner bastante aceite y calentarlo pero no mucho.
Añadir las
patatas y dejar que se vayan haciendo a fuego lento.
Cuando las
patatas ya están fritas, retirarlas. Una amiga mía diría que hay que retirar las
patatas cuando se hayan rendido (¿no os parece bonita la expresión?).
Quitar el
aceite de la sartén, dejando un poquitín (menos de una cucharada de aceite).
Colar los
boletus (que ya se habrán hidratado) y freirlos en la sartén a fuego no muy
fuerte. Cuidado, no hay que tirar el caldo.
Cuando ya
estén, añadir el vino y subir el fuego para que se evapore el alcohol.
Entonces,
añadir las patatas y el caldo que habíamos utilizado para rehidratar el boletus
y que tiene todo el saborcito de las setas.
Añadir una
pizca de sal.
Dejar a
fuego medio que se vaya reduciendo el caldo hasta que prácticamente no quede
nada.
Retirar del
fuego.
En un bol,
batir los huevos. Añadir las patatas con boletus. Mezclar.
Volcar
sobre una sartén de 20 cm de diámetro con media cucharada de aceite a fuego
medio.
Cuando esté
hecha por ese lado la tortilla, voltearla con la ayuda de un plato para que se
haga por el otro lado.
La tortilla,
para que esté fantástica, debe quedar con el huevo un poco sin cuajar al
partirla.
Y ya está.
Se sirve inmediatamente y se come una exquisita tortilla de otoño.
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