250 g de agua
100g de mantequilla con textura en pomada
150 g de harina
3 ó 4 huevos medianos
Una pizquita de sal
PARA EL RELLENO:
400 g de nata líquida para montar
100 g de azúcar
PARA EL CARAMELO:
100 g de agua
50 g de azúcar
Es muy importante que la mantequilla no esté dura.
Poner la mantequilla con el agua y la sal en un cazo a fuego suave.
Calentar moviendo con una espátula hasta que la mantequilla se derrita en el agua.
Antes de que empiece a hervir el agua, la mantequilla debe estar derretida.
Antes de que hierva el agua, añadir de golpe toda la harina.
Mover con la espátula hasta que la masa forme una bola que se despegue de las paredes. En las paredes del cazo se habrá formado una especie de costra.
Sacar la pasta y llevarla a un bol.
Ahora viene la parte complicada de esta receta: la cantidad de huevo que hay que añadir varía mucho y de que consigamos añadir la cantidad justa de huevo depende que nos salgan unos profiteroles fantásticos.
Hay que ir añadiendo los huevos batidos de uno en uno y poco a poco. Esto es, se añade un poquito de huevo batido y se incorpora en la pasta moviéndolo con una espátula. Luego se añade otro poquito y se incorpora… Es muy importante ir poco a poco para no pasarnos en la cantidad de huevo.
¿Cómo sabemos que debemos parar de añadir huevo? Cuando la masa está lisa y brillante. Pero ahí va un truquito que nos hace más fácil reconocer ese punto:
Se coge un poco de pasta con la espátula y se pone la espátula hacia arriba.
· Si la pasta se queda tiesa: le falta huevo.
· Si la pasta se cae de golpe: nos hemos pasado.
· La pasta está en su punto cuando la masa se queda como un pico en la punta de la espátula y ese pico cae poco a poco.
Meter la pasta en una manga pastelera.
El tamaño de la boquilla que pongamos dependerá de cómo queramos los profiteroles. Pero hay que tener en cuenta que en el horno crecen más o menos al doble del tamaño.
Con la manga pastelera vamos haciendo los profiteroles sobre una bandeja de horno (mejor con una hoja de silicona o de papel de horno para que no se peguen). Hay que tener en cuenta que no se pueden poner muy juntos porque sino cuando crecen en el horneado se pegan unos a otros.
Barnizar un poquito por encima con huevo batido.
Meter en horno con ventilador precalentado a 160º durante 25 ó 30 minutos. El tiempo depende del tamaño de los profiteroles. Hay que sacarlos cuando estén doraditos y secos. Es curioso porque en ese punto, si los cogéis, con cuidado de no quemaros, notaréis que no pesan casi nada.
Sacar del horno y dejar enfriar. Es mejor pasarlos en cuanto no quemen a una rejilla para que se enfríen bien.
RELLENO:
Se pueden rellenar de muchas cosas, dulces y saladas.
Lo más típico es la nata montada.
Pues eso, montar la nata con el azúcar. Para montar la nata es importantísimo tener en cuenta un par de cosas: la primera es que necesitamos nata que tenga un contenido en materia grasa de por lo menos el 33% (eso se puede mirar en el etiquetado); y la segunda es que cuando vayamos a montarla, la nata tiene que estar muy fría.
CARAMELO:
Este es el truco que hace que estos profiteroles sean especiales.
Preparar caramelo. Para ello poner en un cazo el azúcar con el agua. Hervir hasta que se caramelice. Queremos obtener un caramelo dorado, ¡no, marrón! Por eso tenemos que tener cuidado y en cuanto empiece a dorarse, retirarlo del fuego porque con el calor residual acabará de hacerse.
MONTAJE:
Pasar los profiteroles por el caramelo. Esto hay que hacerlo con muchísimo cuidado porque el caramelo quema mucho. Se trata de mojarlos en el caramelo que tenemos en el cazo, como si fueran magdalenas que mojamos en café. Luego los devolvemos a la rejilla.
Rellenar con la nata montada. Para ello, ponemos la nata montada en una manga pastelera, con la punta de la boquilla hacemos un agujerito por la parte de abajo del profiterol y lo rellenamos con la nata hasta que notemos que engorda. A veces sale un poquito de nata por arriba del profiterol pero eso queda muy bonito.
Y, ¡ya está! Tenemos unos profiteroles especiales… para compartir con unos buenos amigos.